miércoles, 14 de enero de 2015

Je suis "La Vidriera".


por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad.

Y por suerte somos tan pequeños - casi insignificantes diríamos- que no seremos objeto de atentados occidentales, esos que atentan contra la Libertad de Expresión pero sin matar a nadie, aunque bien sabemos que toda regla tiene su excepción. Además contamos con la ventaja que no somos ni musulmanes, ni judíos, ni ateos, ni cristianos, ni nada. Somos nadie, sólo simples ciudadanos del mundo que pagamos los impuestos y las cuentas, luego con lo que nos queda de la jubilación intentamos comer todos los días. O sea que no estamos financiados por nadie, funcionamos a tracción de sangre. Pero esto le ofrece al lector la garantía de buena fé, aún en el error. Y este beneficio que gozan quienes deciden perder su tiempo leyendo lo que escribimos, no es fácil encontrar en otros medios de información u opinión.

Después de los lamentables sucesos de París, hemos observado con curiosidad informativa, cómo los distintos medios daban cuenta de la asistencia que alcanzó el desfile contra el terrorismo. Las cifras oscilaban entre 1 y 4 millones de asistentes. Resulta realmente asombroso, la capacidad de cálculo de esta gente, por lo que uno llega a sospechar que se ha establecido una suerte de competencia, para determinar quien hace mejor los deberes. Para no hablar claro está, del espíritu que tuvo la convocatoria. Unos hablaban de la Libertad de Expresión avasallada por el terrorismo, otros de civilizaciones amenazadas por la barbarie, los más cautelosos nos decían que "no todos los musulmanes son terroristas", dejando librado al azar quienes son unos y otros. Y no habrá faltado seguramente alguno que confesó: "yo tengo un Amigo musulmán y es una buena persona".

Mucha gente confiará su seguridad a los expertos, por si alguno se ofende y decide vengarse de quienes humillan a millones de personas en su fé y su religion, que por otra parte es lo único que tienen, a esta altura del despojo a que han sido sometidos. Es decir que las opiniones serán encontradas, para bien y para mal. Nos recuerda aquél torero que debutó en la arena y al ser preguntado por sus vecinos acerca del éxito, respondió:" las opiniones estuvieron divididas, unos puteaban a mi madre y otros a mi padre".

Sin embargo y en este clima de inseguridad e intolerancia por los valores occidentales, que nos presenta la prensa, no hemos visto o leido un sólo llamado a la precaución. Como todos sabemos París es la Ciudad más visitada por el turismo y quienes le visiten tendrían que ser advertidos. Cuando algún atentado o simplemente una explosión de gas en algún edificio viejo, se ha registrado en otras áreas, los Ministerios de Relaciones Exteriores de los paises europeos, enseguida advierten a sus ciudadanos, sobre la "inconveniencia de viajar a esos paises, no haciéndose responsables de su suerte". En este caso y a pesar que el país se encuentra en "estado de guerra" tal cual lo confesó el primer ministro y dan testimonio de ello las tropas en las calles, no hemos escuchado una sola voz que alerte al turismo, sobre los riesgos a que se exponen, cuando deciden visitar la Ciudad de las Luces.
Se trata de un acto de irresponsabilidad, que tiene que ser denunciado como corresponde y llevado al ámbito de la Comunidad Europea que tanto vela por la salud ciudadana. Y tiene que ser denunciado por los ciudadanos ante sus respectivos gobiernos. Qué garantía le ofrecen al turista que decide visitar Notre Dame, Versailles, Montmartre o la Torre Eiffel? Quien controlará el hotel en que se alojan o el bus que los conduce hasta el Barrio Latino o al Museo del Louvre? Y si el chofer es un terrorista que abandona el bus repentinamente,luego de haber activado la bomba?  O será que a la hora de los negocios y la entrada de dinero, se acabaron los peligros? No han tenido en cuenta acaso las declaraciones, que en el día de ayer Benjamín Netanyahu deslizó a la prensa, advirtiendo a los judíos que el terrorismo no es sólo una amenaza contra ellos, sino contra toda la humanidad? No tomar en cuenta estas observaciones hechas por un hombre experto en la materia, no sólo implica un acto de negligencia, sino la invitación al suicidio colectivo. Por ello y ante el silencio cómplice de quienes tendrían la obligación de velar por nuestra seguridad, la VIDRIERA quiere hacer público un llamado que el turista no leerá en la prensa financiada: CUIDE SU VIDA, NO VIAJE A PARIS.