jueves, 5 de febrero de 2015

La tarjeta fatal del progreso...


por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad

Hace algunos días, leíamos un informe que daba cuenta de la población turística de Punta del Este. En el mismo se afirmaba que los hoteles trabajan al 50% de su capacidad, dada la "deserción" argentina, principal clientela de los mismos. La causa?

Bueno, pareciera ser que nada tendría que ver con los precios de las habitaciones, sino más bien con los precios de la calle.
Hace algunas semanas, un hombre publicó en Facebook su experiencia gastronómica: 2 hamburguesas, 3 Frankfurters, y 3 Coca-colas, alcanzaron la suma de 2.400 pesos. Tratándose de Punta del Este no tendría que llamarnos la atención. En cualquier lugar de Italia, un café anda alrededor de los 3 Euros. En Piazza San Marco de Venecia, cuesta 50. Parece que el café allí tiene otro gusto. Sin embargo para el caso uruguayo, los precios de Punta no serían tan desorbitantes, comparados con los del resto del país. Y la pregunta que surge ineludible, es como hace la gente para vivir?

En una nota anterior afirmábamos que este gobierno entre otras virtudes, tenía la de haber unido a la familia uruguaya, a tal extremo que padres, hijos y abuelos viven bajo el mismo techo y paran la misma olla. Pero aún así resulta insuficiente por lo que la única explicación es el uso de la tarjeta. Hay gente que no conoce el color del dinero y la palabra contado le suena tan lejana, como lo que pasa en otros paises.

Cuando comenzó la represión allá por los años 69-70 y las casas eran allanadas en busca de subversivos, se dieron algunos  hechos que ponían de manifiesto en algunos casos, el olfato para los negocios y en otros, la habilidad de los dedos. Poco a  poco fueron proliferando las casas de "compra y venta" de artículos. Un hombre que acertó a pasar frente a una de ellas, vió su cuadro en el escaparate. Se lo habían "incautado" hacía pocos días en un allanamiento. Seguramente para revisarlo, pues como se sabe muchos subversivos usaban estos cuadros de doble fondo, para guardar sus papelitos con sus planes debidamente dibujados. Eran lo que comúnmente se denominaban "berretines". También hasta una carnicería cercana al puente de La Paz, que separa Montevideo de Canelones, llegaban mujeres cargadas de anillos, pulseras y collares a pedir fiado. Carecían de contado por lo que muchas veces, dejaban "el material subversivo" confiscado por sus esposos o queridos, como forma de pago del puchero o del asado. Otras tantas llevaban seguramente ese "material subversivo" a las casas especializadas en la materia y se hacían de contado. Bueno, después de todo los dueños del material subversivo en algo andarían.......al decir de una conocida mía que ahora se hizo progresista.

Hoy día por suerte, estas cosas ya no pasan,por lo que ahora todo el mundo puede hacer sus compras con la debida tarjeta de crédito, sin necesidad de empeñar un Limoges o un Bohemia. Incluso los taxímetros para evitar la circulación de un cada vez más menguado contado, pero que puede costarle la vida al chofer, han pensado en la tarjeta de crédito como solución al problema y de este modo aumentar sus ingresos. Para qué esperar un ómnibus al final de las llamadas o a la salida del Teatro de Verano, cuando puedo viajar en taxi? Por lo demás, que derecho tendríamos nosotros de acusar a "la Tota" de haber llevado a su familia al desfile y alquilado las sillas, cuando Lucía que siempre está preocupada por el gasto superfluo, acaba de votar una deuda de 1.086 millones de dólares que pagaremos todos. Padres, hijos, nietos y abuelos por varias generaciones. Después de todo "la Tota" invirtió en alegría, mientras que la ex-guerrilera apostó por los banqueros.

No resulta casual entonces que quienes manejan los hilos del espectáculo, nos colmen de elogios. Que somos solventes y buenos pagadores, que contamos con el beneplácito de inversores y empresarios. Que incluso somos campeones en la función reproductiva: Un Hereford uruguayo acaba de ser premiado como el mejor "macho" del mundo. Fue tal la alegría de alguna gente, que no pudiendo contener su emoción le arrojó sobre el lomo lustrado, la bandera uruguaya.
En presencia de todos estos elogios, hoy podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que el Uruguay en relación al número de habitantes, debe tener la TARJETA DE CRÉDITO MÁS GRANDE DEL MUNDO. Además de otras dimensiones, que el toro puso a disposición del jurado. Dá gusto vivir en un país así....Te acordás cuando andábamos mal?