viernes, 1 de mayo de 2015

La solidaridad


por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad

Lleno de alegría al saber a Jorge Zabalza recuperándose de su enfermedad en la tierra que lo vió nacer y cuando ya estaba dispuesto a visitarlo, me llaman desde Suecia para decirme que mi compañera ex-militante de la ROE (Resistencia Obrero Estudiantil) y militante de la solidaridad a tiempo completo, se debatía entre la vida y la muerte. De la solidaridad bien entendida, la del día a día sin preguntar, la que no se ofrece previo llamado a los diarios o a la televisión, la misma solidaridad vaciada de contenido a manos de delincuentes ideológicos, que la manosean haciéndole agradecer al beneficiado un favor que le corresponde por derecho y no lo sabe. Esa compañera con quien compartí 42 años de su existencia, permanece internada aunque fuera de peligro, al estar por los médicos que la atienden. Su recuperación será muy lenta y se corren riesgos de secuelas dado que el organismo fue expuesto al máximo. Pero cualquiera que sea el descenlace, jamás alcanzarán mis palabras para agradecer al personal del Hospital de Växjö y particularmente al del IVA (intensivvårdavdelning), los cuidados y el calor humano puestos de manifiesto tanto con el paciente como con su familia. En un pais capitalista como lo es Suecia, todavía permanecen intactos ciertos derechos humanos, entre ellos la salud. Aquí la salud no es un negocio y tanto el Rey como sus princesas, así como el obrero de la construcción, se atienden en estos hospitales. Ver a 2 enfermeras altamente capacitadas en cuidados intensivos, las 24 horas del día controlando las máquinas a que estaba enchufado el paciente, cada gesto, cada gramo de orina y anotando todo en un formulario, fue el asombro de 2 familiares que viajaron desde Argentina para estar a su lado.

La Vidriera permanecerá cerrada algunos días más, dada las circunstancias, pero no puedo olvidar las voces de aliento y esperanza recibidas en estos difíciles momentos. A Carlos Marrero, a su hijo Pablo, a Jorge Correa, a Luis Dubra y a otros tantos nombres que no recuerdo porque estuve en"las nubes", vaya mi agradecimiento. Lo mismo a Jorgito Pérez, hijo de Wáshington (Perro) Pérez, viejo anarco dirigente de FUNSA, en los tiempos en que el sindicalismo era lucha de clases y no estaban permitidas las agachadas y los pantalones estaban bien sujetos al cuerpo. Jorgito, vecino del barrio la Unión donde crecimos juntos  también está afectado por una dolencia en la cadera y a quien tenía previsto visitar. Para otra vez será. Vaya para todos Uds. mi más sincero reconocimiento por esa solidaridad, por ese calor humano.