jueves, 10 de diciembre de 2015

Por el buen camino

por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad.

Después de muchos años, en donde confiamos la búsqueda de nuestros hermanos desaparecidos, a las distintas comisiones que fueron surgiendo para entretener dicha búsqueda, y en el fondo darle razón a Mujica cuando dice que "la verdad llegará cuando estemos todos muertos", la organización de familiares ha decidido tomar la iniciativa. Y lo hizo dirigiéndose directamente a los posibles testigos, a los posibles oidos que escucharon relatos sobre enterramientos, en lugares aún no inspeccionados.
Jamás nos golpeamos el pecho cuando tenemos razón, mucho menos esgrimimos la potestad de la verdad, ni patentamos las ideas. Pero es justo decirlo, la humilde Vidriera dijo hace algún tiempo, que había que intentar otras vías de información, que esa información trascendía los límites estrechos de salones oficiales, que había que llegar a ella como fuere. Felizmente alguien tuvo la misma idea,por lo que no estábamos tan equivocados. Volvemos a repetir que no interesa saber quien llegó primero, lo que importa es si la idea es correcta.

Y también dijimos que esa información se encontraba en los barrios aledaños de los cuarteles, en el vecindario, entre los familiares de los soldados, entre esos mismos soldados de vivir aún y en los boliches de existir todavía. Propusimos que el propio Presidente en persona llegara hasta esos barrios, tal cual lo hace cuando de pedir votos se trata. Sería una forma de ofrecerles respaldo oficial, una garantía para quienes aporten información, una forma de decirles que el silencio los hace cómplices sin haberlo sido antes, una forma de decirles que la cosa va en serio. Incluso propusimos una línea Telefónica codificada para mayor seguridad del denunciante. Y lo que resultaría mucho más atractiva la tarea: Una recompensa de 50.000 dólares para quien llegara con el dato preciso. Estamos convencidos que a 50.000 dólares no hay secreto que se resista. Y aquí viene a cuento aquella anécdota que ilustraba un secreto a voces: "......yo le dije, te lo cuento pero tu boca tiene que ser una Tumba. Al otro día el Pueblo era un cementerio".

Las denuncias siguen llegando a las parroquias y a la sede de Familiares. Y llegan por decenas, sólo falta exigirle al gobierno el anuncio de una recompensa. Sería una forma muy eficaz de aceitar los mecanismos de la memoria.

Siempre que se ha hablado de las famosas comisiones, surgidas de los mismos gobiernos que se negaron a anular la Ley de Caducidad, hemos escuchado el mismo argumento: " no se puede rechazar a priori ninguna instancia" y al final siempre estuvimos a la espera de lo alcanzado por esas comisiones. Y el mensaje fue inequívoco: " hasta aquí hemos llegado".
La Vidriera comparte el argumento, no rechazamos ninguna instancia, pero no le dejamos la iniciativa. A nuestros hermanos los encontramos nosotros, los que tenemos la autoridad moral suficiente para intentarlo, los únicos verdaderamente interesados en hacerlo. Por fin ahora sí creemos, que la búsqueda va en serio, que estamos por el buen camino.