viernes, 16 de junio de 2017

La corruptocracia




por Hugo Bruschi en el Año de la Organización.

Cual una septicemia viene envenenando los órganos vitales, de este organismo llamado República. Y al igual que con la enfermedad, nadie la supera - si esa suerte tuviera- sin padecer las secuelas posteriores e inevitables de esta grave infección. Amputación de miembros, problemas motrices, órganos comprometidos y funcionando a medias. Casi podríamos afirmar, que la República como tal, ha colapsado y sólo sus responsables nos quieren convencer de lo contrario.

Qué se puede esperar de un país, en donde la gente debe elegir entre corruptos? Quien sacrificará parte de su tiempo libre para interesarse por los problemas que nos aflijen a todos, quien podrá tomar la política en serio cuando el desaliento nos gana día a día? En este sálvese quien pueda, los jóvenes buscarán su salida personal, se irán del país o mirarán para el costado. Y el sistema se regocija, pues habrá triunfado. Entonces surge el "hacé la tuya", "son todos iguales".

La corrupción llama al descrédito, a la apatía. Y de ahí a la indiferencia y la resignación. La gente es consciente que no elige nada, a lo sumo legitimará con su voto al próximo corrupto, al próximo vendepatria, al que sólo piensa en su banca y sus ingresos. Y en este escenario de desolación, casi podríamos afirmar que mientras no surja del Pueblo un movimiento que apunte a la recuperación moral del país, estaremos condenados a vivir de este modo. Nada deberemos esperar del espectro político que sólo nos ofrece un circo, en donde el menos corrupto pueda coronarse como el futuro Rey de los uruguayos. Sólo un movimiento con poder de convocatoria, podrá exigirle a los políticos una Carta de Renuncia antes de postularse. Una carta que en manos de un Tribunal de Conducta, será herramienta fundamental a la hora de juzgar sus actos. Se trata claro está de una utopía, sin embargo puede ser realidad el día que nos enfermemos de asco y decidamos tomar las riendas de nuestro destino.